Las Tablas de Daimiel en otoño

No exagero si digo que llevaba desde que tengo uso de razón queriendo ir a Las Tablas de Daimiel. Me parece mentira que haya visitado rincones tan distantes y peculiares de Europa como la Isla de Rügen en Alemania o Inish Moore en Irlanda, y sin embargo no haya tenido ocasión de acercarme a un parque nacional a tiro de piedra como quien dice de Madrid. Encima con más delito puesto que mis abuelos viven en Ciudad Real.

Pero bueno, dicen que las cosas que se hacen esperar se disfrutan muchísimo más. Y que si he esperado tanto tiempo, será por algo. En parte creo que porque ahora era mi momento gracias a un equipo fotográfico con el que he podido ofrecer una mejor visión del lugar, y también porque he podido ir acompañada de una persona que con estos paisajes disfruta un montón.

Pues bien, el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel se encuentra situado a 181 kms de Madrid, ya que Daimiel lo está a 171 y a ello hay que sumarle otros diez kilómetros por una carretera asfaltada que nos conduce hasta el parque. También se puede acceder desde Villarrubia de los ojos, pero nosotros decidimos hacerlo desde Daimiel.

Accediendo entonces desde esa carretera asfaltada que antes comentaba, llegamos en un primer momento a una bonita localización gracias a un molino al cual se llega por un trazado de pasarelas de madera y un puente de piedra. Una arquitectura que no esperábamos, y que puede recordarnos a las construcciones de ciudades como Brujas, exceptuando que los tonos de la piedra son más cálidos y que el sol manchego pega con más fuerza.

La entrada al Parque Nacional se encuentra a 500 metros de este molino, con lo cual se aconseja que se tome el coche hasta allí puesto que no hay mucho espacio para los peatones por la carretera. Aparcados y una vez ya en la entrada de los senderos, tenemos la opción de tomar la "blue pill" o la "red pill". Es decir, que tomaremos el sendero que más nos atraiga. En nuestro caso fuimos hacia la "Isla del pan" y "La laguna permanente".

No hay un tiempo estimado, bueno, sí lo hay, pero dependerá mucho del ritmo que llevemos. En nuestro caso, parando a hacer fotos y disfrutando del paisaje, se nos fueron tres horas tranquilamente y vimos todos los puntos, excepto el Itinerario de la Torre de Prado Ancho, por falta de tiempo ya que el sol empezaba a caer y queríamos ver el anochecer en Campo de Criptana.

Durante todo el trayecto existen miradores construidos sobre plataformas de madera, los cuales se tornan muy atractivos. También hay bancos para sentarse a descansar. Varios observatorios desde los cuales se obtienen unas bonitas vistas, como el de la Isla del Pan. En esta época del año, las aves son pocas, y los árboles están muy despoblados de hojas, pero aún quedan algunos ocres que fotográficamente quedan muy resultones. 

En el lugar de aparcamiento asesoran sobre los recorridos y hay aseos, todo permanece bastante limpio, aunque se echan en falta algunas mesas tipo merendero para quienes vamos con mochila. Si no cualquier restaurante con raciones y tapas de la tierra dejarán satisfecho. 

Os enlazo directamente a su web para más información y os invito a ver las fotografías que tomamos, así como el link a Flickr con más imágenes. 







































































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