Ruta por los pueblos de Valladolid: Olmedo, Peñafiel (y Cuéllar que es de Segovia)



El pasado sábado, viendo que teníamos ganas de salir de Madrid, pero tomando como referencia dos horas de trayecto, el pueblo de Cuéllar se le pasó por la mente a nuestro conductor de la excursión y con ello me vino al recuerdo Peñafiel y las ganas por visitarlo de nuevo. Valladolid cuenta con un paisaje castellano-leonés que es puro espectáculo en verano gracias a los campos de trigo en su color más amarillo, regado por algunos conjuntos de árboles, algún campo de girasoles y, sobre todo, parte de la Ribera del Duero donde las viñas están en todo su verdor. A Segovia le pasa lo mismo, aunque esconde otras rutas con un paisaje más de montaña.

Tomando la antigua nacional VI, dirigimos nuestro viaje haciendo una primera parada en el pueblo de Olmedo. Allí conservan un curioso museo del arte mozárabe con maquetas a un tamaño considerable al aire libre, que no visitamos por falta de tiempo pero que se prevee como el destino ideal para ir con niños pequeños. Didáctico, singular y temático.

También se encuentra el Palacio del Caballero de Olmedo, coincide además que ahora se está celebrando el certamen de teatro clásico, y que la población se nutre del Museo de las villas romanas. Y tiene río. Más completo no puede ser. Aunque si os digo la verdad, lo que nos atrajo fue su semi abandonada Fábrica de harinas. Edificio espectacular de esos que se vienen arriba con un cielo gris, sus ventanas de cristales rotos y su aire vintage de por sí pueden ser una atracción más. Lástima que nos pegasen un grito desde el bar de enfrente diciendo que nos fuésemos de allí. Las puertas al recinto estaban abiertas y no había indicación de prohibido el paso, pero...

Con ese agrio sabor de boca pusimos rumbo a Peñafiel. Pueblo con dos atractivos importantes, su plaza o coso taurino, singular donde los haya por la arquitectura de madera de sus casas y por la vista panorámica hacia el castillo, su segunda atracción. Y podríamos decir una tercera, Casa Mauro, toda una institución en cuanto a cordero se refiere. En mi visita hace ya unos cuantos años pude degustarlo y, aunque no es un plato santo de mi devoción, sí puedo decir que gozaba de una excelente jugosidad. Esta vez, viendo la escasa oferta gastronómica, terminamos comiendo de raciones en un restaurante del centro histórico. Magnífica la cecina con queso presentada a modo de carpacio y la morcilla de los huevos rotos.

La lluvia no acompañó en este tramo del viaje, por lo que nos encaminamos hacia el castillo en una de las escampadas. El edificio, de nuevo único por su planta que nos recuerda la forma de un barco debido a la orografía del terreno, se alza con vistas a la comarca y las viñas de forma espectacular. La entrada, sin la visita al Museo del Vino que por cierto han reformado y ampliado notoriamente, es de 3,30 euros, y también se complementa con un teatro durante la excursión guiada que ameniza y le da más empaque a la visita, ya que sólo se puede ver "la cubierta", por así decirlo, y su torre del homenaje desde donde se divisan las mejores panorámicas.

Viendo que la lluvia atacaba de nuevo, nos fuimos hacia Cuéllar, que pertenece a la provincia de Segovia, como bien se ha apresurado a contarme Javier Orrasco. Allí salió el sol y con ello pudimos dar el paseo más largo de toda la jornada. Es un pueblo para ir descubriendo cada rincón, no excesivamente bonito pero sí con varios puntos que lo hacen único. El Monasterio de San Francisco ubicado a los pies del caso histórico, sobresale por su nave de cruz latina la cual ha quedado desprovista de techo, dándole atractivo para quienes gustamos de los edificios en ruina. Actualmente puede visitarse una exposición de pintura contemporánea inspirada en El Greco por medio del colectivo "Guardar como...".

Ya en dirección al castillo, subiendo cuestas, se llega a la plaza del ayuntamiento, coqueta y diferente por su extraña disposición pero que guarda algún edificio que nos recuerda a la arquitectura del pueblo de Covarrubias gracias a sus vigas de madera cruzadas en la fachada. El castillo se divisa a través de una enorme plaza, con varios desastres de urbanismo por medio con una serie de chalets sin construir, que no hacen sino afear el entorno. No pudimos entrar al castillo porque se estaba preparando una obra teatral, pero sí pudimos ver que conserva un precioso patio renacentista. Actualmente además de guardar el archivo histórico de Cuéllar, es también un instituto.

Como decía lo interesante es perderse por sus calles, para encontrar otros monumentos también semi derruidos como la coqueta iglesia mozárabe de la cual sólo se conserva su ábside o los silos donde se guardaba nieve para usarlo como neveras en la edad media, así como las tumbas antropomórficas donde se ve perfectamente el perfil de los cuerpos allí enterrados por haber quedado el hueco en la roca.

Os dejo disfrutando de las fotos y os invito a que visitéis la galería de JLuxe el cual nos propone algunas perspectivas muy interesantes gracias al objetivo Fish Eye. ¡Hasta el lunes que viene!

Fábrica de Harinas - Olmedo


Coso taurino de Peñafiel




Iglesia mozárabe - Peñafiel



Vista del Coso desde el Castillo de Peñafiel





Bodegas Protos






Detalle en el Monasterio de San Francisco - Cuéllar




Plaza del Ayuntamiento - Cuéllar






Castillo de Cuéllar


















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